14/10/2024

El Águilas suma su quinto empate del curso en otro partido en el que mereció más y en el que el arbitraje volvió a desesperar al Rubial

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El Águilas Fútbol Club empató hoy a cero ante el Club Deportivo Estepona, en el partido disputado esta tarde en el Estadio Centenario El Rubial y correspondiente a la séptima jornada del campeonato en el Grupo IV de Segunda Federación. Los blanquiazules suman, de esta manera, su quinto empate del curso, en otro duelo en el que merecieron más y en el que el arbitraje y las pérdidas de tiempo del rival desesperaron por momentos a la parroquia local. Los hombres de Fran Alcoy cierran la jornada clasificados en décimo primera posición, dos puestos por encima de la promoción por la permanencia y a cuatro puntos del playoff de ascenso.

El Águilas está frustrado. Y aunque parezca una crítica al equipo, en realidad es todo lo contrario. Se trata de una defensa a ultranza del trabajo de este grupo de jugadores y este cuerpo técnico. Seguramente hablar de “suerte” sea demasiado magnánimo cuando tan sólo se ha conseguido una victoria en siete encuentros, pero cualquiera que haya seguido el inicio de campaña del cuadro blanquiazul ha de ser consciente de que la puntuación no refleja lo mucho y muy bueno que está ofreciendo sobre el campo. No obstante, parafraseando a Fran Alcoy en la rueda de prensa postpartido, el conjunto de la ciudad costera se encuentra en un punto en el que debe hacer muchas cosas, tal vez demasiadas, para ganar un partido. Así de simple es el fútbol y así de complejo es el desafío a superar.

Contra el Estepona, por ejemplo, fue más de lo mismo. El Águilas jugó, sujetó a su rival (Iván Buigues apenas tuvo que intervenir), mejoró en defensa y creció con el paso de los minutos. Tanto fue así que el propio Alcoy calificó el último tramo del encuentro como “un acoso y derribo” a la portería defendida por Liceras. Eso, claro, cuando el guardameta visitante no estaba tendido en el suelo o demorando un saque de puerta por motivos obvios. En numerosas ocasiones, el árbitro del partido, Palencia Cerdeño, respondía a ese comportamiento señalándose el reloj, pero nunca mostrando cartulina amarilla. Vayan ustedes a saber por qué, pero ya les confirmamos que, si el objetivo era que el conjunto rojiblanco dejase de perder tiempo, no surtió efecto.

En relación con lo último, que nadie se confunda, todas las ideas de fútbol son profundamente respetables, pero no deja de llamar la atención que un equipo con el poderío y el talento del Estepona abogase, casi desde el pitido inicial, por un plan de partido tan trabado y poco apetecible para el espectador y, en definitiva, por que ocurriesen muy pocas cosas sobre el verde. Especialmente en la segunda parte, cuando el dominio del Águilas fue prácticamente incontestable. También sorprendió, por cierto, la valoración al respecto del técnico visitante, el catalán Oriol Riera, quien además de focalizar toda la polémica arbitral en torno a la única decisión discutible en su contra (el Águilas, por ejemplo, podría reclamar un claro penalti sobre Pelón, una segunda amarilla de manual y una mayor rigidez frente a las constantes pérdidas de tiempo de los jugadores del Estepona), aseguró que su equipo dominó la primera parte y que, citamos, “podía haber ganado el partido”. Difícil sin tirar a puerta, pero insistimos: todas las opiniones son respetables.

El Águilas, por el contrario, sí tuvo más argumentos deportivos para hacer propia esa creencia. Juan Delgado dispuso de hasta tres ocasiones claras con las que poner por delante a los suyos, una de ellas en el 94’, con el Estepona encerrado en su área. Para entonces, los malagueños ya jugaban con diez, tras una feísima entrada de Mirapeix sobre Darío en el momento en el que el delegado de campo mostraba el cartelón con los ridículos e insuficientes seis minutos que descontó el castellano-manchego Palencia Cerdeño. No se debe desviar el tiro, pues decir que los blanquiazules dejaron de ganar por el árbitro es un análisis simplista y un tanto injusto, pero ello no quita veracidad al hecho de que el Águilas, del mismo modo que sufre arbitrajes caseros lejos del Rubial, no está teniendo tanta suerte con las designaciones en los partidos que disputa como local. Y eso, sumado a la falta de acierto cara a gol y a la consecuente escasez de recompensa a todo lo que hace bien, está llevando a los nuestros a un estado de frustración del que sólo se puede salir ganando y manteniendo la calma. El champán parece de muy buena calidad, sólo resta hallar, de una santísima vez, la manera de descorchar la botella.

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