El Águilas Fútbol Club venció por un gol a cero al Sevilla Atlético, el filial del equipo hispalense que compite en LaLiga EA Sports, en el encuentro disputado ayer en el Estadio Centenario El Rubial y correspondiente a la séptima jornada del campeonato en el Grupo IV de Segunda Federación. Los blanquiazules, en una tarde que pasará a la historia de este campo, se sirvieron de un gol de Ebuka Nwenyi en el 94’ para conseguir un triunfo balsámico que devuelve al conjunto costero a los puestos de playoff de ascenso a Primera RFEF.
Cuesta entender que la primera y la segunda parte del duelo celebrado en el feudo blanquiazul correspondieran al mismo deporte. Todo lo que era igualdad, respeto mutuo y, dicho con tanta honestidad como cortesía, aburrimiento antes del descanso se tornó en una locura 100% futbolera al regreso de vestuarios. De hecho, dicha pausa le sentó bien al Águilas, que tuvo en apenas cinco minutos sus dos primeras grandes ocasiones, en un disparo de Francis Ferrón que se envenenó en dirección a la portería y un ataque de Isi Ros que Alberto Flores, el guardameta visitante, resolvió con autoridad.
No obstante, si hablamos de porteros, el protagonista de la tarde lleva por nombre Iván Buigues. El ‘1’ de los blanquiazules, al igual que hace apenas una semana en el Ciudad de Lepe ante el San Roque, volvió a demostrar que el mérito de que el Águilas haya dejado su portería a cero en seis de los siete partidos que se han disputado hasta la fecha no es sólo gracias a la buena aplicación defensiva de sus compañeros de campo. El ‘Zamora’ provisional de este Grupo IV dejó, así pues, dos intervenciones de foto: un pie milagroso ante Musa Drammeh y, sobre todo, un mano a mano en el 84’ en el que desvió a córner el violentísimo disparo de Isaac Romero, el máximo goleador del torneo.
Los hombres de Sebas, entre tanto, no sólo sobrevivieron a lo que les iba llegando (que en honor a la verdad no fue mucho más de lo que les hemos contado en el párrafo anterior), sino que, además, en distintas fases del segundo tiempo llegaron a someter a su rival. Al equipo le sentaron bien los cambios, incluso cuando parecía que el Sevilla Atlético acabaría por servirse del impresionante físico de sus futbolistas para llevarse el triunfo en el tramo final. Y si no lo hizo, fue porque los blanquiazules no estaban por la labor de permitírselo. Espoleados por una grada que luce y aprieta como nunca lo había hecho, los nuestros desarrollaron un ejercicio de fe que les hizo merecedores de la victoria.
Cantaba El Arrebato en el bonito himno del centenario del primer equipo sevillista aquello de “Dicen que nunca se rinde” para referirse a los suyos. Desde aquí, le pedimos respetuosamente que incluya la muletilla “Y el Águilas tampoco” a la canción. Los blanquiazules lucharon contra todo y contra todos en los últimos compases, tanto que, antes de que el añadido de cuatro minutos empezase a contar, tuvieron que sobreponerse a una decisión arbitral incomprensible en una acción en la que Aitor Pons cayó dentro del área para la ignorancia del árbitro del partido y la impotencia de más de 2000 personas que saltaron al unísono pidiendo penalti. Y tal vez por eso, lo que ocurrió inmediatamente después del descuento sentó así de bien.
Con el 94’ sobrepasado por apenas unas décimas, Tropi botó un saque de esquina que se paseó por el área del Sevilla sin que nadie la despejase. El más listo de la clase fue Ebuka Nwenyi, quien se deslizó por el césped con la fuerza de todo el estadio para introducir la pelota entre una maraña de piernas y alojarla en la portería. Tal fue el deleite y el estruendo que se desató en la grada, que hasta el propio colegiado fue incapaz de acertar el dorsal del autor del tanto, llegando a reflejar en el acta -y, por ende, en multitud de portales oficiales y medios de comunicación- que el 1-0 fue obra de Víctor Fenoll. Se trata, no obstante, de una simple anécdota que irá asociada al recuerdo imborrable de un partido que pasa, desde ya, a la historia de este maravilloso y futbolero estadio. Por lo demás, se dirá que sólo son tres puntos, pero es conveniente remarcar que implican regresar a los puestos de privilegio o que, en tiempos muy cercanos, eran nuestros rivales los que acostumbraban a ganar a la épica en El Rubial. Y hay que reconocer que es una sensación maravillosa. Ojalá más tardes como esta.
Águilas Fútbol Club: Iván Buigues, Blas, Pelón, Ismael Athuman (Dani Pérez, 68’; Góngora, 75’), Ebuka Nwenyi, Tropi, Mario Abenza, Isi Ros, Baeza (Víctor Fenoll, 59’), Aitor Pons y Francis Ferrón (Pablo González, 68’).
Sevilla Atlético: Alberto Flores, Darío, Ramón Martínez, Xavi Sintes, Oso (Sergio Martínez, 74’), Lulo Da Silva, Manu Bueno (Rivera, 74’), Capi (Isra, 90’), Musa Drammeh, Zarzana e Isaac Romero.
Árbitro: Lidón Rocamora. Amonestó a Ismael Athuman, Francis Ferrón, Oso, Musa Drammeh, Blas e Isaac Romero.
Goles: Ebuka Nwenyi (90+4’, 1-0).