El Águilas Fútbol Club venció por un gol a cero al Linares Deportivo, en el encuentro disputado este mediodía en el Estadio Centenario El Rubial y correspondiente a la jornada 14 del campeonato en el Grupo IV de Segunda Federación. Un cabezazo de Soler en el tiempo añadido da a los hombres de Fran Alcoy un triunfo tan agónico como balsámico en el regreso a casa del cuadro blanquiazul.
El fútbol, por fin, ha devuelto algo al Águilas. Sólo un poco, que conste. Casi nada, de hecho, para los méritos que el conjunto de la ciudad costera acumuló en gran parte de los partidos disputados hasta el momento: Almería ‘B’, Orihuela, Balona, Estepona, Torremolinos… Posiblemente, además, los nuestros jugaron mejor en cualquiera de esos ejemplos que en el duelo de hoy. No obstante, el deporte rey ya ha evidenciado en multitud de ocasiones que no acostumbra a tener en cuenta esos factores y que al final, por muy ridículo y tópico que suene, siempre gana el equipo que marca más goles, no el que más lo merece
La igualdad, así pues, fue la tónica dominante en un encuentro en el que los dos conjuntos demostraron que no atraviesan su mejor momento, pero también que sus plantillas son bastante superiores a lo que invitarían a pensar las situaciones clasificatorias de ambos equipos. El Águilas, por ejemplo, repitió un patrón muy habitual en sus últimas comparecencias: ordenado atrás, organizado en el medio y algo desatinado en zonas de finalización.
El planteamiento de Fran Alcoy, por cierto, incluyó diferentes variantes, algunas tan interesantes como el cambio a un 4-4-2 en el que los suyos parecieron jugar más abiertos, amén de recuperar más presencia en el centro del campo. Héctor Martínez, por citar sólo un ejemplo, se benefició de un esquema en el que jugó más adelantado y percutió por su banda como si de un extremo puro se tratase. No en vano, la jugada del gol se originó en la zona que el ‘3’ blanquiazul ocupaba en el campo. Y es que el partido, como es normal, tuvo ciertos puntos de interés, pero sólo uno de ellos será recordado durante años por la parroquia local, así que vamos directamente con él.
El árbitro de la contienda, el castellano-manchego Pablo Pérez Sánchez, entendió que las pérdidas de tiempo del Linares en la segunda mitad tan sólo requerían de cuatro minutos extra para ser compensadas. Y en el tercero de ellos, el éxtasis futbolístico hizo su aparición en la grada de un Rubial que lucía de cine bajo un Sol impropio del mes de diciembre. Morillas estuvo listo para botar de forma veloz una falta en campo propio recibida por Soler, el auténtico protagonista de la cita. El envío largo del defensor aguileño encontró a Héctor Martínez, quien controló a las mil maravillas con la espuela y armó un centro medido al segundo palo, donde el citado Soler reapareció en la jugada en el momento oportuno para empujar con la cabeza -y con el alma- la pelota dentro de la portería. Puede que hayan oído en más de una ocasión la expresión italiana “Sei bella come un gol al 90”, que, si se traduce, significa algo como “Eres tan hermosa como un gol en el 90”. No puede existir piropo más bonito en boca del que es verdaderamente futbolero, del mismo modo que hay pocas sensaciones más exultantes para esos aficionados que un tanto en el último suspiro. Y eso es lo que hoy se experimentó en el Rubial.
En la previa, pedíamos una victoria que sirviese, y cito textualmente, de “bálsamo y punto de inflexión”. Lo primero, no sólo se ha conseguido, sino que supone a su vez la rúbrica perfecta para una semana tremendamente complicada en muchos aspectos. Lo segundo, por otro lado, toca refrendarlo en la visita del próximo fin de semana al Recreativo Granada. Como el propio Fran Alcoy comentó en la rueda de prensa posterior al encuentro, ya se ha dado “el primer paso”. Ojalá que no sea el último de un camino que redirija al Águilas al lugar que le corresponde.