19/11/2023

CIBERDELINCUENCIA

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La pandemia nos trajo muchos cambios en todas las facetas de nuestra vida, y la criminalidad, como factor relevante en cualquier sociedad, no podía ser menos. Al igual que el teletrabajo se generalizó en muchos sectores, o que las videollamadas pasaron a ser normales en nuestras relaciones sociales, la delincuencia pasó a expandirse en el mundo digital, siendo la cibercriminalidad el delito que, con mucha diferencia, más incremento tuvo durante la pandemia, continuando su expansión desde entonces, subiendo los casos en España un 72% desde el año 2019, un 352% si tomamos de referencia el año 2015, llegando en la Región de Murcia a un incremento del 146%, o lo que es lo mismo, una subida de más de 5.000 casos en tres años, suponiendo casi el 15% de la actividad delictiva en la región. Hay que tener en cuenta además, que la cifra negra en este tipo de delitos pudiera ser mayor que en otros, como consecuencia del propio desconocimiento de estar siendo estafados, de la vergüenza, o de las pequeñas cantidades que en ocasiones se apropian a nivel individual, pero realizado el engaño a muchas personas, por lo que el premio del delincuente es muy alto.

Cuando hablamos de ciberdelincuencia nos referimos a todos aquellos delitos que se realizan a través de medios digitales, tecnológicos o redes virtuales, y en las que las víctimas pueden ser personas físicas, jurídicas, administraciones públicas, o incluso los propios estados, teniendo como objetivo final, generalmente, un beneficio económico, si bien también pueden atentar contra la intimidad de las personas, contra la seguridad de las empresas o de las administraciones. 

Existen múltiples motivos que han hecho que aumente esta tipología delictiva, habiendo sido la pandemia el germen definitivo de su impulso, pero sabiendo ya hace tiempo que estos delitos iban a desarrollarse inexorablemente como consecuencia de diversos motivos, como pueden ser el acceso generalizado a internet en la inmensa mayoría de domicilios, el ascenso de compra-ventas online, sensación de anonimato e impunidad delictiva, así como la falta de vigilancia y control. Sin duda, en este contexto, se podría explicar el aumento de esta forma de delinquir aplicando algunas de las teorías criminológicas, como pueden ser las de la oportunidad, elección racional, actividades rutinarias, del aprendizaje social, o ventanas rotas, pudiendo explicarse por muchas de ellas, si bien han de realizarse nuevas teorías destinadas únicamente a esta tipología tan específica, ya que existen características en el mundo digital tan determinantes y diferentes del mundo real que hace muy difícil evitar su expansión, ya que el concepto espacio y tiempo es muy diferente en la web, por lo que se multiplican por millones las posibles víctimas sin necesidad de moverse de casa, llegando a cualquier parte del mundo desde el rincón de una habitación y en cualquier momento del día.

Existen dos grandes tipos de ciberdelincuencia. Por un lado, aquella considerada como pura, la que se producía originariamente, y donde lo que se busca es atentar contra la seguridad informática, consiguiendo así la vulneración de los sistemas informáticos y consiguiendo datos privados con los que posteriormente se puede comerciar o simplemente presumir de haber hackeado un sistema informático, y por otro, la ciberdelincuencia que verdaderamente ha subido vertiginosamente, que es aquella relacionada con los delitos contra el patrimonio, contra el honor o la libertad sexual, como son estafas o fraudes a gran escala, amenazas, delitos contra el honor, coacciones sexuales, acoso, bullying, o venta de productos falsificados entre otros.

Según los últimos datos del Ministerio del Interior, más del 87% de los delitos informáticos son fraudes, estafas, aumentando un 180% en los últimos 6 años, mientras que la siguiente tipología serían las amenazas o coacciones, que representan el 5%. Ello significa, que aunque existen delitos de todo tipo, y son especialmente preocupantes aquellos que atentan contra el honor o el ámbito sexual de la persona, es en el ámbito económico donde el delito informático tiene su mayor exponente.  

 Deben de llevarse a cabo las medidas necesarias para evitar el descontrol en este tipo de delitos, y aunque se han doblado los medios personales destinados a su lucha, habiendo unos 1400 agentes entre los diferentes grupos de Guardia Civil  y Policía Nacional que llevan a cabo esa finalidad, aún son escasos medios personales para la lucha contra la ciberdelincuencia, siendo esencial la colaboración y lucha conjunta con las fuerzas y cuerpos de seguridad de otros países, debiendo involucrarse europol e interpol más todavía en ello, ya que como he comentado anteriormente, un fraude informático a una persona en Águilas puede haberse cometido por una persona que se encuentre en cualquier ciudad del mundo, por lo que es muy difícil que esa persona responda finalmente ante el hecho. Por ello, la lucha debe centrarse tanto o más que en coger al autor, en evitar y prevenir que se produzca el delito, adoptando las medidas de seguridad necesarias los estados y las empresas para evitar en la medida de lo posible que se consuma el delito.

Las sociedades van cambiando, y el crimen, como parte intrínseca de cualquier sociedad, se ajusta a esa sociedad cambiando las formas delictivas. En este caso, sólo se está produciendo lo previsible desde hace años, y es que las formas delincuenciales se están amoldando al histórico cambio social que ha traído la era digital, siendo por ello imprescindible una respuesta en la política criminal de los estados acorde a los números que se están produciendo actualmente y el ritmo continuo ascendente de los mismos. 

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