22/11/2020

Inmigración

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Llevamos desde marzo escuchando sólo temas relacionado con el/la COVID (ya no sé cómo se dice realmente), e imagino que me sucede como a la gran mayoría de personas, que no es otra cosa que estamos saturados, hartos o hasta la coronilla, por decirlo suavemente, de todo lo que rodea a esta enfermedad, aunque inexorablemente necesitamos y debemos estar informados, tanto a nivel legal, por los continuos cambios que se producen en nuestra legislación y que nos afectan en nuestro día a día, como de la propia enfermedad, intentando tener conductas que impidan su contagio. Sin embargo, hoy voy a intentar hablar de algo que ha afectado, policialmente hablando, a Águilas, y en general a la Región de Murcia, y que como consecuencia de la actualidad informativa no se ha dado la importancia que creo debiera.

Por ello voy a intentar hablar de otro fenómeno que desde este verano ha aumentado exponencialmente en la región y en nuestra ciudad. La llegada de pateras a las costas murcianas ha tenido este verano una relevancia hasta ahora desconocida, que ha producido el desbordamiento de los medios personales y materiales necesarios para dar cobertura a la llegada de numerosas embarcaciones. Posiblemente este número sea irrisorio para zonas como Cádiz o las islas Canarias, desgraciadamente bastante más acostumbrada a estas y otras situaciones más difíciles relacionadas con pateras, pero que, precisamente por esa experiencia, están dotadas de protocolos, personal y material para este tipo de eventualidades. Desde el  año 2017 se ha observado un aumento en la llegada de embarcaciones a nuestras costas, pero sin duda ha sido a partir de este verano cuando se ha producido un incremento del flujo migratorio hacia las costas del sureste español  proveniente desde Argelia prácticamente en su totalidad, teniendo esta ruta particularidades que la diferencian de la inmigración recibida por la zona del Estrecho de Gibraltar o las Islas Canarias, lugar éste último donde se está produciendo una situación muy grave por el flujo migratorio de personas desde la África Subsahariana.

Las mafias han desplazado su actividad a la costa argelina, ayudados sin duda por la crisis socioeconómica del país y del mayor control de la frontera de Marruecos, dando lugar a la llamada ruta argelina, utilizando embarcaciones normalmente más potentes y con menos personas en su interior que en la ruta canaria y marroquí. La ruta argelina se inicia en las costas de Orán, Corso o Dellys, desde donde les esperan unas 129 millas náuticas aproximadamente, unos 240 kilómetros, hasta llegar a las costas murcianas. En ocasiones las mafias utilizan taxi-pateras, es decir, embarcaciones que una vez han desembarcado en nuestra costa a sus ocupantes, regresa con su patrón a su país para recoger nuevamente personas y realizar otro viaje. Como consecuencia de la proliferación de esta nueva ruta, este año llevamos más del doble de inmigrantes llegados a las costas de la región respecto del año anterior, quedando aún mes y medio aproximadamente para acabar el año.

Una vez llegan a la región se comienza la actuación por parte de los servicios de emergencia. Las fuerzas y cuerpos de seguridad tanto estatales como locales, Cruz Roja, Protección Civil, sanitarios, todos ellos deben dar cobertura sanitaria, seguridad, alimentos, bebidas, o cualquier otra necesidad que se requiera. Como he dicho anteriormente, y aunque nunca se está preparado del todo para ciertas situaciones, hay determinadas zonas de España que desde hace años han tenido protocolizado su actuación como consecuencia de años de llegada de pateras a sus costas. Sin embargo, aquí se ha actuado con los escasos medios personales y materiales que se disponían, y, aunque ha costado, al final se ha conseguido dar una cobertura medianamente razonable, si bien inicialmente surgieron problemas propios de la desorganización entre las diferentes administraciones, aumentada sin duda como consecuencia de los efectos del COVID y los insuficientes medios disponibles, debiendo asumir la administración local determinadas funciones que para nada le corresponden, pero que se consiguieron subsanar eficazmente dando respuesta con celeridad a las necesidades que surgieron para trasladar a estas personas a un lugar donde dar cobertura a las exigencias que requerían, sobre todo como consecuencia de la carencia de CETA (Centro de Atención de Extranjeros) en nuestra región, que hizo necesario inventar un centro de acogida extraordinario en Escombreras, el cual ha sido objeto de numerosas críticas, tanto por las ONGs , como consecuencia de las condiciones de los inmigrantes, como por parte de sindicatos policiales debido a la situación precaria en el desempeño de sus funciones y los riesgos, tanto de seguridad como sanitarios, que estas condiciones acarreaban para ellos.

Aunque han seguido habiendo llegadas de embarcaciones, el 24 de julio fue el día más delicado de todos los que se han tenido este verano en esta materia, ya que llegaron 31 pateras a las costas de la región, creo recordar que 8 de ellas a las de Águilas, y la verdad es que se produjo un auténtico desbordamiento de recursos policiales. Por ello, ahora puedo hacerme una idea de lo que debe estar sucediendo en Canarias actualmente, si bien digo una idea sólo porque, si el 24 de julio llegaron 418 inmigrantes a Murcia en las 31 embarcaciones, en Canarias están llegando ese mismo número de personas aproximadamente cada día, durante las últimas semanas, refugiando a estas personas en el puerto de Arguineguín, que es una población de alrededor de 2500 personas. Es decir, en su puerto se asiste actualmente a unas 2000 personas, casi el total de la población total del municipio, lo que hace que aumente el auténtico drama humanitario que se está viviendo ahora mismo en las islas en general y en este municipio en particular.

La inmigración es un fenómeno social imposible de evitar, ya que el ser humano va a buscar inexorablemente la forma de conseguir un mayor bienestar social y económico, aumentado hoy en día por otro fenómeno social, como es la globalización. La inmigración es utilizada políticamente como arma arrojadiza por cualquiera de los partidos políticos, y seamos realistas, ninguno le ha dado solución, y siendo realista la única posibilidad de que una persona no se plantee marcharse de su país de origen, que deje atrás familia, amigos, su tierra, y se juegue la vida en una embarcación, es que en su país de origen haya condiciones de vida, sociales, laborales y económicas dignas. Este proceso migratorio, si bien ha existido siempre conjuntamente con los grandes conflictos bélicos, en España ha sido relativamente reciente, explotando al inicio del siglo XXI y manteniéndose, como estamos viendo, hasta nuestros días, mientras que en el resto de Europa empezaron a vivir este flujo migratorio hacia sus países, desde África principalmente, en torno a la década de los 80.

En definitiva, no existen soluciones viables, efectivas, reales, y a la vez respetuosas con los derechos humanos, que hagan posible frenar este fenómeno, el cual va indudablemente al alza, y que muestra las graves diferencias sociales entre unos estados y otros. Prueba de ello es que es un problema a nivel mundial, sin solución por parte de ningún estado libre y democrático, por muchas medidas que hayan intentado instaurar, y con el que los propios estados, en ocasiones, cuentan a la hora de llevar a cabo presiones económicas o geopolíticas sobre determinados territorios. La única medida posible es una utopía a día de hoy, como sería la instauración de democracias reales, implantando un estado de derecho, favoreciendo un estado del bienestar y economía similares a los países occidentales; reitero, una utopía a día de hoy.

Según la ONU, en el año 2019 existían 272 millones de personas migrantes, número este que había aumentado en 5,45% respecto del año 2017, siendo previsible el aumento lineal de esta cifra, por lo que debemos aprender, y sobre todo comprender, este fenómeno social con el que vamos a convivir el resto de nuestras vidas. Por ello no queda otra posibilidad que dotar de medios personales, materiales, sociales y legales, a todos aquellos que dan cobertura a la llegada de estas personas, solucionando las carencias observadas durante estos meses pasados en nuestra región, aprendiendo de los errores que hemos tenido a la hora de establecer las competencias asignadas a cada administración, manteniendo protocolos que garanticen la seguridad tanto de los agentes como de los migrantes, identificando correctamente a todos los que llegan, prestando especial atención a posibles amenazas a la seguridad de todos, y volcándose con las organizaciones y voluntarios que dan cobertura, asistencia y atención a los hombres, mujeres y niños que vienen en busca de una vida imposible de tener en sus países, y que, sin duda, nosotros buscaríamos para los nuestros si estuviéramos en sus circunstancias.

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