El cine y las series de televisión nos han dado a conocer numerosos casos de asesinos en serie y psicópatas. “Psicosis”, “El silencio de los corderos”, “Seven”, “Zodiac”, son algunos de los ejemplos de grandes películas dedicadas a este tipo de personalidad, basadas en ocasiones en casos reales como la última citada. Hoy en día, cuando escuchamos algún asesinato o muerte mediática seguida a diario en los medios, nos encontramos enseguida con contertulios describiendo que ese tipo de actuaciones están realizadas por personas con rasgos psicopáticos. Sin embargo, se deben distinguir dos formas de actuar, parecidas en determinados aspectos, lo que hace que sean confundidas, ya que ambas actitudes se asocian al trastorno antisocial de la personalidad, como son la psicopatía y la sociopatía. Ambas comparten rasgos y actos comunes, pero sin embargo se diferencian en otros que los hacen singulares.
Si escucháramos describir a una persona como psicópata lo asociaremos inexorablemente a que este es un asesino, porque llevamos años compartiendo ambos términos en el séptimo arte. Sin embargo, se estima que un 1% de la población es psicópata, estando asociado en numerosas ocasiones a que estas personas tienen puestos de poder, ejecutivos, siendo comunes entre ellos síntomas propios de la psicopatía como son la falta de empatía, insensibilidad, egocentrismo o narcisismo, capacidad de manipulación, si bien no todos los psicópatas terminan cometiendo actos criminales, aunque si tuviesen la tesitura de cometer un crimen para beneficiarse en algún sentido, posiblemente lo haría con más facilidad y menos remordimientos que otra persona. La psicopatía es un factor agravado para que la persona pueda cometer un crimen, pero no todos los psicópatas van a cometer crímenes.
Estos, como ya he dicho, se confunden en ocasiones con los sociópatas, quienes se asocian al trastorno antisocial de la personalidad, si bien su origen y su forma de actuar se diferencian en grandes rasgos. Los estudios establecen que la psicopatía es un trastorno congénito, que hace que la persona tenga menos activas ciertas áreas del cerebro, aquellas que se cree que son responsables de la regulación emocional, teniendo más dificultades para establecer vínculos emocionales con terceros, lo que hace que sean más fríos y calculadores, planificando su forma de actuar. Por el contrario, los sociópatas son personas que sufren el trastorno como consecuencia de factores ambientales, es decir, el trastorno se le reproduce en la infancia o adolescencia debido a un entorno conflictivo y unas pautas educativas anormales. En definitiva, el psicópata nace y el sociópata se hace.
Como consecuencia de esas diferencias etiológicas su actuación también será diferente. Mientras que el psicópata suele ser frío, calculador, encantador, manipulador, el sociópata suele ser impulsivo, errático, espontáneo, violento, siendo estos últimos más fácil de identificar. Al igual que los psicópatas, no todos los sociópatas son delincuentes, si bien, su capacidad para delinquir es mayor precisamente por la impulsividad sin control que les caracteriza, siendo los crímenes de unos y otros diferentes también como consecuencia de esa particularidad. En ambos casos, los rasgos peculiares que determinan este trastorno pueden ser detectables en edades tempranas, pudiendo ser en edades infantiles, antes de los 10 años, o como sucede normalmente, en el inicio de la adolescencia, siendo fundamental una intervención temprana sobre estos, sobre todo en el caso de sociopatías derivadas del ámbito familiar, ya que en este caso las personas, con el tratamiento socializador adecuado, pueden desarrollarse con normalidad.
Estos trastornos, sobre todo el concepto de psicopatía, los hemos conocido mayoritariamente por el cine, pero, como la gran mayoría de veces, la vida real supera a la ficción y hay numerosos casos de crímenes cometidos por personas víctimas de trastornos antisociales de la personalidad, habiendo casos que erizan el vello. Algunos de los criminales con trastornos de la personalidad que podemos citar a modo de ejemplo son:
- Ted Bundy: Unos de los casos más mediáticos, sobre todo por el encanto natural de este ante las cámaras, la mediatización que supuso este caso en los años 70 en Estados Unidos, así como por las posteriores películas y documentales basados en su vida. Confesó haber asesinado a 36 mujeres, si bien se cree que hubo más víctimas. Buen estudiante, universitario, una infancia relativamente normal, sin entornos conflictivos, cumple el canon de psicopatía criminal, descubriendo en el juicio relatos familiares que describen actitudes psicopáticas desde edades muy tempranas.
- John Wayne Gacy: Criminal sobre el que se basa la película “IT”. Conocido como “el payaso asesino”, violó y asesinó a 33 hombres de entre 14 y 21 años. No mostró arrepentimiento ninguno en el juicio, y en este caso se muestra un trastorno de la personalidad motivado tanto por rasgos psicopáticos como sociopatía asociada a maltrato infantil, abusos sexuales, bullying y homosexualidad reprimida socialmente.
- Edmund Kemper: Conocido como el asesino de las colegialas, presenta un comportamiento psicopático de manual, llevando a cabo desde la infancia comportamientos propios de este trastorno; auténticas torturas y muerte de animales por placer, representaciones rituales de sexo con las muñecas de sus hermanas, juegos relacionados con sillas eléctricas y cámaras de gas. Asesinó a sus abuelos a los 15 años, y ya en edad adulta a 10 mujeres, incluida su madre, con quienes mantuvo relaciones tras su muerte, y posteriormente descuartizó. Con todos los rasgos típicos de psicópata, fue de gran ayuda para el FBI en el estudio de perfiles criminales, como se representa en la serie “Mindhunter”, que recomiendo ver a todo aquel interesado en esta materia.
- Alfredo Galán: Ya en España nos encontramos con varios criminales con rasgos psicopáticos, como por ejemplo el conocido como “el asesino de la baraja”, que mató a 6 personas y lo intentó con otras 3. En su primer asesinato, casualmente, se encuentra una carta de la baraja junto a los cuerpos, haciéndose eco de ello los medios de comunicación, continuando este sus otros crímenes dejando otras cartas de la baraja, a modo de firma criminal, al más puro estilo hollywoodiense. En el juicio, los informes psiquiátricos establecieron que Alfredo Galán era un depredador humano que salía a la caza del hombre para humillarlo y matarlo.
En resumen, mejor que no nos crucemos con psicópatas o sociópatas por nuestras vidas, cosa que estadísticamente es seguro que lo haremos antes o después, aunque esperemos que no por ello vaya a dar lugar a un resultado tan dramático como en el caso de los ejemplos citados, ya que tener estos trastornos no es sinónimo de crimen, no siendo lo normal que estas personalidades se traduzcan en criminales como los citados, y, aunque inevitablemente tengamos en nuestras cabezas a Hannibal Lecter, Norman Bates o el Joker, la realidad es que la gran mayoría de estos individuos no son criminales y no derivan sus conductas hacia patrones violentos, conviviendo entre nosotros en el día a día.