Se ha puesto en el candelero la polémica de los distintos modelos turísticos que existen, y los problemas de integración existentes con los vecinos de los municipios. Todos los municipios de costa sueñan conque llegue el verano, que sus playas se llenen, que las terrazas y los paseos estén repletos de personas, y como consecuencia de todo ello que el dinero fluya y que los comerciantes, nunca mejor dicho, hagan su agosto.
Pero todo ese incremento de personas, de dinero moviéndose en los comercios, lleva aparejado numerosos problemas relacionados con la seguridad ciudadana, y por ende con los cuerpos policiales que desarrollan su trabajo en cada uno de estos municipios. Los ruidos, las quejas, el tráfico, los pequeños hurtos, los delitos contra la propiedad, todo se multiplica proporcionalmente. Al masificarse la población se ve reducida la calidad de vida, o más bien la tranquilidad en la vida, y la de los servicios públicos es difícil de mantener como consecuencia de la presión demográfica que debe asumir un municipio preparado para una población muy inferior.
He buscado una estimación de población en el municipio de Águilas en verano, no encontrando ninguna referencia clara de cuántas personas puede haber en los meses de julio y agosto. Sin embargo voy a intentar realizar una estimación de población durante esos meses. Los últimos datos recogidos de forma oficial por el Centro Regional de Estadística de Murcia determina que en Águilas hay una población de unos 35.000 habitantes, repartidos en unas 12.100 viviendas principales que existen en el municipio. Con estos números se establece que hay una media de casi 3 personas por vivienda, por lo que si extrapolamos este número a las viviendas no principales existentes en Águilas, que son unas 9.300, y las cuales en su mayoría están destinadas al turismo de segunda residencia o alquiler temporal de las mismas, se puede establecer, y siempre utilizando esa media de habitantes por vivienda, que la población en verano se eleva en aproximadamente unas 28.000 personas, añadiendo aparte la oferta hotelera, que en Águilas no llega a 800 plazas.
Personalmente creo que ese número es bastante superior, ya que la media de moradores en una residencia de veraneo suele ser bastante superior a tres, pero si seguimos una línea estadística con cierto raciocinio no podemos aumentar el número de personas sin dar una lógica a ese número. Además de las personas que pernoctan en la ciudad, hay que añadir la cantidad que viene únicamente a pasar el día, y eso si que es complicado de determinar, pero hay que tener en cuenta que los fines de semana esa cantidad aumenta de forma considerable, ya que los conocidos como “domingueros” (yo lo he sido casi toda mi vida) llenan las playas en busca de fresco. En resumen, podríamos estar hablando de prácticamente 70.000 personas de forma fija, más los visitantes que no pernoctan y los playeros de fin de semana. Es decir, se supera muy por encima el doble de la población durante aproximadamente dos meses.
Con estas cifras es imposible evitar las colas de vehículos en las vías de entrada a la población, la escasez de estacionamientos, y el colapso del tráfico en determinados momentos del verano. Calles preparadas para una determinada cantidad de vehículos no pueden absorber el volumen de automóviles que llegan en verano en busca de sol y playa. Para mejorar el tráfico en Águilas se debería impulsar desde las instituciones municipales una mesa de trabajo para realizar un plan de estudio del tráfico y establecer cambios que ayuden a resolver la problemática, empezando por decidirse de una vez a afrontar la realización de un parking público en condiciones y con gran capacidad, que sigue siendo una cuenta pendiente en este municipio, y por otro lado determinar cambios o mejoras en las vías que ayuden a la fluidez del tráfico.
Además del caos y las colas que en ocasiones hay en nuestras calles, con el turismo aumentan de forma importante los servicios derivados de problemas en la convivencia y la seguridad ciudadana, por lo que las instituciones públicas tienen una difícil misión, que no es otra que mediar entre la tranquilidad de los vecinos o de los turistas que requieren descanso, y el turismo que tiene como finalidad el ocio. Ambas modalidades de turismo chocan frontalmente en un municipio como Águilas, y en ese choque se encuentran las fuerzas y cuerpos de seguridad para intentar mediar y hacer cumplir las normas que se supone regulan la convivencia.
Las molestias por ruido son una de las estrellas que hay en cualquier municipio que digne de llamarse turístico. Es muy complicado mediar entre descanso vecinal y ocio, ya que las ganas de foguear los 11 meses de trabajo que llevas a tus espaldas, las terrazas llenas de clientes y las ventanas abiertas por el calor hacen una mezcla difícil de resolver, y de hecho me atrevería a decir que es uno de los principales servicios que se cubren en verano, y a la vez de los más complicados de resolver, porque se debe mediar entre dos partes con una visión muy enfrentada de las vacaciones, debiendo determinar además si las molestias son dignas de denuncia o no, cosa que no siempre es muy clara. ¿Y cuál sería la solución? Pues en mi modesta opinión, por un lado que hubiese un más que necesario estudio en las distintas calles que determine un mapa de ruidos en la población, debiendo de determinar los niveles de contaminación acústica que pueden establecerse en cada zona de la población. Además endurecer los protocolos contra ruidos a la hora de conceder licencias de construcción y apertura de establecimientos, así como una rápida y eficiente respuesta tanto de Policía Local como de los órganos sancionadores, porque al final no sólo es la policía la que debe actuar de forma rápida, sino también el trabajo de estos debe de reflejarse en una rápida resolución de los conflictos, ya que no tiene sentido que de forma reiterada se incumpla la normativa y sin embargo no se de una solución al problema de forma eficiente por parte de las administraciones públicas.
Además, en época de vacaciones, las actitudes incívicas florecen, producido sobre todo porque el turismo, nos guste más o menos, conlleva un aumento de consumo de alcohol y drogas, sobre todo entre los más jóvenes, lo que tiene como consecuencia el desenfreno, la desinhibición y los actos propios de un consumo excesivo de alcohol. Y ante ello, con independencia de la previa educación de cada uno en su casa, sólo cabe una reacción, que no es otra cosa que la sanción, porque en la mayoría de ocasiones es complicado mediar ante una persona que va hasta arriba de alcohol, en el mejor de los casos, o que no responde a ningún requerimiento de los agentes porque ha consumido de todo menos agua.
Además los delitos contra la propiedad se elevan, ya que la gran acumulación de personas y de vehículos ayuda a que los amigos de lo ajeno tengan más probabilidad de actuar sin destacar entre tanta gente, siendo los reyes veraniegos, y por este orden, el hurto y el robo con fuerza. El hurto por varios motivos, ya que es fácil de hacer, sólo necesita el despiste de la víctima, tiene una pena en muchas ocasiones irrisoria, y no te quedas ni detenido si el valor de lo sustraído es mínimo, y todo ello, unido a la aglomeración de personas, hace que se multiplique esta ilícito penal. Y el robo, sobre todo en vehículos, ante la gran cantidad de automóviles que se acumulan, estacionados en cualquier lugar, sin que los propietarios tengan muy en cuenta la peligrosidad de unas u otras zonas.
Un mayor número de efectivos policiales, agentes destinados en exclusiva a la zona de playas para dar cobertura a todos los playeros, una modernización de los medios policiales disponibles, ayudarían posiblemente a reducir el delito de hurto de forma considerable, aparte de ofrecer una presencia en las playas bastante necesaria. Pero para reforzar esos servicios se necesita un mayor número de personal, y hay que pensar que se tiene una plantilla policial para trabajar bien en una población de 35.000 habitantes, pero que no puede ofrecer el mismo nivel de servicio cuando se supera el doble de población, si bien debo de decir que el trabajo que se hace en verano entre Policía Local y Guardia Civil es encomiable, debiendo de lidiar situaciones muy complicadas siempre con gran profesionalidad. El número de guardias civiles de refuerzo en el municipio es de 6 este año, cuando en el 2003 llegaba a superar los 20, y el número de policías locales no ha subido desde el 2007, por lo que se observa un claro descenso de medios humanos.
El turismo es necesario, es un motor económico que se debería de explotar más aún en una ciudad como Águilas en la que sigue haciendo falta oferta de ocio y hotelera de forma considerable, pero debemos saber que el turismo conlleva una serie de necesidades, problemas y conflictos que necesitan estar controlados para que no se produzca el desborde de los medios públicos que se sabe que ya se ha producido en otras ciudades de mucha mayor relevancia turística. Se deben de reforzar los medios públicos de forma proporcional a la cantidad de población que nos visita, porque si no los servicios básicos se desbordarán y no se podrá dar la atención necesaria para que el ciudadano se lleve un buen recuerdo de su estancia y pueda decir lo que promueve la acertada campaña municipal de este verano, ”…y en Águilas me quedé”.