04/10/2020

Antonio Aullón Gallego (1896-1972): Un actor aguileño icono del cine mudo, olvidado en la época del sonoro

Compartir en Facebook Compartir en Twitter

Nacido en Águilas, el 9 de noviembre de 1896. La población, a inicios del Silgo XX, destacaba por su enorme afición teatral, funcionando cinco teatros en aquel momento (Teatro Romero, Teatro Lanuza, Teatro España, Salón ideal y el Salón Aguileño). Igualmente, se producirá la irrupción del cinematógrafo, tanto en locales como en barracones. Un ambiente artístico que influirá en su personalidad. No quedará tampoco indiferente a las fiestas del Carnaval, siendo integrante de una murga de la que componía las canciones para ser interpretadas.

Puede decirse que su vida fue una aventura. A los doce años emigró a Argelia, donde estará tres años trabajando. Después de este tiempo regresará a España, logrando colocarse como repostero en el Hotel Ritz de Madrid. Tras un tiempo, decide marcharse a Barcelona buscando la bohemia de la ciudad, donde encuentra ocupación como banquero. Viviendo en Barcelona conoce a la que será su esposa, la bailarina Lolita Gil, quien le inicia en el baile del Tango de moda en esa época. Los dos forman la pareja artística Gil-Aullón, que adquirirá celebridad actuando en escenarios de toda Europa e Hispanoamérica. En Buenos Aires alcanzaran una enorme fama.  Antonio Cerdán Casado apunta que, durante esta etapa, nuestro protagonista “conoció y trabajó junto a artistas de renombre universal como Carlos Gardel, en el “Porteño”, de Buenos Aires; Mauricio Chevalier, en el “Palace” de Basilea y París; y otros afamados artistas de la época, entre ellos Antonio Moreno”. Durante su estancia en Argentina deciden separarse por la vida nocturna que realizaba, siendo habitual sus visitas al célebre cabaret Maipú de la ciudad porteña. Una vez de vuelta a España, cada uno inicia su vida. Antonio se instalará en Madrid con una fortuna de setenta mil pesetas que no sabrá mantener, derrochándola en escaso tiempo, por lo que tendrá que marcharse de nuevo a buscarse la vida, eligiendo en esta ocasión el ámbito europeo (Francia, Suiza, Alemania), coincidiendo con           el desenfreno de los felices años veinte. Estando en Madrid de nuevo, después de varios residiendo fuera de España, le ofrecerán la posibilidad de ser actor, siendo su estreno en el séptimo cine con “La neña de plata” (1927) donde se aprecian unas dotes de apuesto galán. Los comentarios de la prensa por este trabajo resultaron positivos.  Antonio era considerado por su estilo en la pantalla como el Rodolfo Valentino español con un enorme futuro.

El Imparcial 12/4/1930  

No nos explicamos la modestia con que se ha presentado esta producción nacional. No desdice de la mayoría de las cintas españolas, y está por encima de muchas de ellas. Los escenarios asturianos están muy bien elegidos y son preciosos —como toda Asturias—. La interpretación es muy aceptable destacándose notablemente María Luz Callejo, José y Manuel Montenegro, María Comendador y Antonio Aullón, nuevo galán, que promete un gran rendimiento. La fotografía de Arroyo, inmejorable y apuntando alardes que hemos visto confirmados ya en otras cintas suyas posteriores. El asunto y todos los detalles, muy cuidados y muy bien llevada la dirección. Gustó mucho al público, y seguimos sin explicarnos lo que haya podido ocurrir para no ser presentada antes y en otras condiciones”.

La primera oportunidad como actor principal le vendrá interpretando al célebre bandolero Juan Martín “El empecinado”, en la película “El Guerrillero” (1929). Antonio aquí demostró unas enormes cualidades delante de las cámaras, pese a su juventud, siendo considerado una estrella del momento con una prometedora carrera que desarrollar dentro del séptimo arte. Esta película será una de las producciones más destacadas realizadas durante aquel periodo.

Habrá una protesta del actor por no aparecer su nombre dentro del reparto de la cinta en los créditos de los carteles por una equivocación que tendrá la productora al anunciarla.

El imparcial 8/2/1930

“Se acude a nosotros con una súplica que estimamos justamente defendible. Se trata del galán cinematográfico Antonio Aullón, principalísimo intérprete de la película de Buchs “El Guerrillero”, Juan Martín “El Empecinado”, que posee para su explotación la entidad “Renacimiento Films”.

Antonio Aullón, con la desagradable sorpresa consiguiente, se ha visto omitido, en absoluto, en la propaganda que se realiza de la cinta nacional que nos ocupa.

Y, como nos consta que el galán Aullón desempeña un papel de más importancia que el propio protagonista y que otros actores que se le anteponen caprichosamente, así lo hacemos constar en estas líneas, con el objeto de que esa propaganda se rectifique, sirviendo al público y a las empresas con la veracidad necesaria de información”.

La película, que será proyectada en el cine Cañizares de Águilas (1931), resultará todo un acontecimiento, teniendo que reponerse durante varias noches por demanda del público. El pueblo deseaba ver la intervención del actor aguileño que entonces estaba triunfando.

 El cambio que hubo durante los años treinta en la industria cinematográfica, con la aparición del cine sonoro, afectará a su carrera, no realizando más papeles importantes. Muchos fueron los actores consagrados que tuvieron problemas para adaptarse a este nuevo sistema técnico, por tener un acento pronunciado o no dar una entonación adecuada durante la interpretación. La trayectoria de la estrella de cine mudo Norma Talmadge terminó por este motivo. La voz de John Gilbert, el público la encontró que no encajaba con su perfil de seductor. Lo mismo le sucederá a Clara Bow, que su tono no resultaba melodioso para el espectador. El famoso Buster Keaton intentó hacer la conversión a este nuevo medio, pero sus películas habladas resultaron monótonas en cuanto a diálogos. No sólo el cine mudo había pasado de moda como un medio, las audiencias parecían percibir muchas estrellas asociadas con él como anticuadas, incluso aquellas que tenían el talento para triunfar en la era sonora. Llegará el caso de que algunos actores como Lillian Hall Davies, que no pudo pasar las pruebas de sonido para hacer la transición al sonoro, o Lou Tellegen, que estuvo varios años sin trabajar, decidan acabar con su vida suicidándose. La película “El Crepúsculo de los Dioses” (1950) de Billy Wilder describe como fue esta etapa. Haciendo este balance puede entenderse que impidió su consagración de actor. Los papeles de Antonio se reducirán, realizando actuaciones menores y pasando a labores de realización, aunque intervendrá en alguna de las películas icónicas de la historia del cine como: “Marcelino Pan y vino” (1955), “La caída del imperio romano” (1964) y “Doctor Zhivago” (1965). El conocimiento de la noche madrileña hará que publique una “Guía de Madrid de noche” (1931) con direcciones de los principales prostíbulos, horarios de trenes, líneas de tranvías, tarifas de taxis, cafés y restaurantes que será consultada posteriormente por el escritor Camilo José Cela para escribir sus obras de “La Colmena”, “San Camilo 1936” y “Memorias, entendimientos y voluntades” por la rigurosidad de los datos que contenía.

La muerte de Antonio tendrá lugar el 26 de agosto de 1972 en Madrid, a los setenta y cinco años de edad, apareciendo su esquela en el diario ABC donde se le nombra como actor.

Índice de Películas de Antonio Aullón

  • La neña de plata (1927) de José Cordonte,                                                                                                                     
  • Es mi hombre  (1927) de Carlos Fernández Cuenca                                                                                                 
  • El capote de paseo (1927) de Carlos de Arpe                                                                                                
  • El Tonto de lagartera (1929) de Agustín Carrasco Reparto:                                                                                          
  • El guerrillero (1930) de José Buchs                                                                                                                                               
  • Amores de Juventud (1939) de Julián Torremocha                                                                                             
  • Un alto en el camino (1941) de Julián Torremocha                                                                                                      
  • Marcelino Pan y vino (1955) de Ladislao Vajda                                                                                                              
  • Tremolina (1956) de Ricardo Núñez                                                                                                                                             
  • Los Misterios del Rosario (1957) de Femando Palacios, Joseph Breen                                                                                                                             
  • El Inquilino (1958) de José Antonio Nieves Conde                                                                                                                                              
  • A hierro muere (1962) de Manuel Mor Oti                                                                                                                  
  • La caída del imperio romano (1964) de Anthony Mann                                                                                                  
  • Doctor Zhivago (1965) de David Lean
VOLVER A ARTÍCULOS