Seamos claros, o eres de los que piensas que las bolsas de papel son mejores que las de plástico, o eres de los que saben que no lo son.
Y es que las bolsas de papel no son mejores que las bolsas de plástico. Fabricarlas conlleva un gasto energético importante, sin contar que es muy fácil romperlas. ¿Cuántas veces hemos tenido que pedir una segunda bolsa porque la primera se nos ha roto en la línea de cajas del supermercado? Si nos ceñimos al número de usos, la bolsa de plástico se puede usar un número de veces mayor, y además, para más cosas que las de papel.
Entonces, estamos de acuerdo en que las bolsas de papel no deberían sustituir a las bolsas de plástico. Pero también estamos de acuerdo con que las bolsas de plástico son el enemigo del medio ambiente. Estamos en un punto muerto. ¿Qué podemos hacer?
“La clave de las bolsas radica en saber utilizarlas”
Es muy sencillo: si tienes bolsas en casa, llévatelas bien dobladas en el bolsillo del pantalón o en el bolso antes de salir a comprar. Si vas a salir, pero no vas a comprar, llévala de todos modos. ¡No pesa!
Hay que darle vida a la bolsa que tengas, tanto si es de un material como si es de otro. Si tienes una bolsa, ¡ponle nombre!, ¡dale vida! Y usa esa misma bolsa hasta la saciedad, hasta que se rompa. Nadie le da valor a sus bolsas, ven “bolsas cualquiera”, y este es el problema que tenemos. Tanto si es de plástico como si es de papel, no dudes en hacerla tuya y usarla tantas veces como puedas. Y es que se usan las bolsas a desmanta y las pedimos allá donde vayamos, que parece que queramos acapararlas todas. Hay que saber decir “Bolsa no, gracias”.
Al ser humano le da seguridad recibir objetos, sean bolsas, muestras gratuitas, o cualquier cosa que nos regalen. Aceptamos sin pestañear, “¿es gratis? ¡Lo quiero!”. Después, lo acumulamos en casa y nos olvidamos. Mostramos apego a las cosas que no nos hacen falta para nada, y cuando nos dan una bolsa la aceptamos encantados. Tenemos que ser capaces de ir un paso más allá y rechazar todo aquello que en el fondo sabemos que no vamos a usar.
Hay que saber decir: “Bolsa no, gracias”
Puede que estés pensando que es una locura ponerle un nombre a la bolsa. ¡Te animo a que lo hagas! Yo quizá no sea muy original, pero a una de mis bolsas la llamo “Bolsa Coche”. Y va del coche a casa, y de casa de nuevo al coche. Siempre llevamos esa bolsa por si acaso nos hace falta, y la utilizamos a menudo. ¡Haz lo mismo! ¡No pesa!
También puede que seas de los míos y que cuando vas a comprar te lleves el carrito de la compra, alguna mochila o una bolsa de plástico de las buenas, de las grandes, de las que valen cincuenta céntimos en el supermercado, porque no se rompen y duran una eternidad. En ese caso, enhorabuena, estás contribuyendo a un mundo mejor.
Si sorprendentemente estás murmurando que no tienes bolsas en casa, te animo a crear tu propia bolsa de tela con alguna camiseta vieja de las que tienes en el armario sin usar desde hace siglos. Se coge la camiseta, se estira bien y se le cortan las mangas. Se cosen la parte de abajo (o se hace un nudo) y listo. Incluso se le puede hacer cortes y crear una camiseta de red, para usarla en las compras a granel.
Os dejo un link con los pasos:
EnredHando:https://www-en-rhed-ando.blogspot.com/2011/06/como-hacer-una-bolsa-de-red-con-una.html
Para terminar, quiero hacer un llamamiento a los que pedís una caja de pastillas (de lo que sea) en la farmacia y os lleváis la bolsa de papel. ¿En serio? Debes de saber que el farmacéutico las pone de forma automática, pero es tu deber el decirle que no te ponga bolsa. Es totalmente innecesaria, es diminuta y no se le pueden dar apenas usos una vez llegas a casa. ¡Dile que no quieres la bolsa! Repite conmigo en voz alta: “No quiero bolsa, gracias”. Una vez más: “No quiero bolsa, gracias”. ¡Puedes hacerlo! Y en cuanto empieces a decirlo en voz alta, habrás empezado a hacer algo por el planeta en el que vives.