Han pasado muchos modelos educativos desde que estaba la EGB, y todos ellos con distintas perspectivas, sin consenso real entre los grandes partidos, y favoreciendo aquellas asignaturas que se encuentran más próximas a la vertiente ideológica del partido de turno que gobernara en su momento. La LOGSE, LOPEG, LOE o LOMCE, son diferentes leyes educativas que se supone que buscaban todas ellas una reforma de la anterior ley, teniendo todas ellas una cosa en común, y objetivamente incuestionable, como es el olvido sistemático de la educación vial como asignatura de conocimiento general en alguna de las clases de primaria o secundaria.
Si es verdad que la LOMCE la incluía como materia de la educación primaria que debe abordarse dentro del curriculum escolar, pero enmarcada dentro de unas generalidades establecidas como valores sociales y cívicos, con clases demasiado puntuales, de muy poco tiempo, y a las que ni alumnos ni profesores dan siempre la importancia que se merece esa educación.
Desde mi punto de vista, educación vial debería ser una asignatura incluida dentro del sistema en tres etapas distintas. Una al inicio de primaria, como iniciación a unos conocimientos mínimos de la materia aprendiendo a través del juego, otra al final de primaria, donde el menor empieza a estar más tiempo solo en la vía pública, y aún más importante en secundaria, donde se encuentra más próximo el acceso a conducir vehículos a motor por parte de los menores, y donde debe conocer los riesgos que existen si hay un mal uso de estos. De esta forma el niño recibiría referencias de comportamiento como usuario de la vía desde edades tempranas, ya que su vida se va a desarrollar desde pequeño dentro de las normas y parámetros que establece la legislación en materia vial, tanto como peatón, como pasajero, y finalmente como conductor, al principio de bicicletas o similares y finalmente de vehículos a motor.
Sin embargo, educación vial se deja finalmente en manos de las autoridades municipales, a las policías locales, quienes de manera esporádica van a clases de colegios a impartir charlas y material relacionado con la materia. Al menos es así en ayuntamientos que se interesan, como en el caso de Águilas, el cual desde hace muchos años desarrolla esta actividad a través de su gabinete de educación vial de forma exclusiva. Pero es necesario potenciar este gabinete, tanto en material, con innovación de los medios a su disposición, con la integración de las nuevas tecnologías en las sesiones con los menores, con un lugar destinado a parque de tráfico, donde los más pequeños puedan aprender practicando y divirtiéndose, como en medios personales, añadiendo agentes destinados a impartir este tipo de educación, pudiendo de esa forma aumentar el número de sesiones en las aulas, y acercando además a los alumnos de institutos, que son o serán próximamente conductores de vehículos a motor, una educación concienciadora sobre los peligros que se van a encontrar en la carretera, así como los efectos que puede tener un accidente.
En 2017 fallecieron 1830 personas por accidente de tráfico, y sin embargo, para la clase política, la educación vial no es importante. En los medios de comunicación siempre se habla de la concienciación desde pequeños, y con mucha razón, de cualquiera de los problemas sociales existentes, como drogas, consumo de alcohol, machismo, ecología, etc…, y sin embargo no se escuchará referencia alguna en ninguna televisión a la importancia de la concienciación en materia de educación vial como forma para bajar el número de accidentes en un plazo medio, y, sin duda, es un error que se asuma tal cantidad de muertos sin querer luchar, sobre la persona, con ningún otro método que la vía coercitiva, la cual es muy efectiva, pero debería ser un recurso menos utilizado si se tuviera una educación, concienciación y respeto en el ámbito vial, aprendidos desde la infancia.
De vez en cuando aparece alguna propuesta de asociaciones, fundaciones, o incluso algún partido político, que intentan abrir el camino a la implantación de la educación vial en las escuelas, pero paradojas de la vida, estas propuestas finalmente quedan en sólo eso, buenas intenciones por parte de algunos que chocan con la realidad parlamentaria y con la lentitud, olvido, o poca importancia dada por nuestra clase política a este tipo de materia, lo que hace que al final quede todo en un decálogo de buenas intenciones sin resultado práctico final.
Por todo ello creo que desde el Ministerio de Educación, en colaboración con la Federación de Municipios, se debería de potenciar que, a falta de integración de la materia en el sistema educativo, las Policías Locales, dentro de sus competencias como responsables del tráfico dentro de los cascos urbanos, tuvieran como una de sus finalidades la educación vial en las aulas como medida preventiva por parte de la administración ante la problemática de los accidentes de tráfico, implicando además a las AMPAs de los centros educativos, incluyendo talleres a los padres, que son los que verdaderamente van a terminar de educar a los niños, y los que realmente deben de entender la importancia de su comportamiento ante menores cuando van al volante de sus vehículos.
Los padres van a ser el ejemplo a seguir para sus hijos, el prototipo de conductor en su futuro y el patrón principal en su educación. Por ello conducir correctamente, además de ser una obligación legal, tiene que ser una obligación moral cuando vamos con nuestros pequeños, porque estamos asentando la base ética de nuestros hijos al volante. Debemos de pedir aquello que damos, y para mejorar el futuro de nuestros hijos debemos de intentar dar lo mejor de nosotros, por ello recuerda que aparte de todo lo que la administración, los maestros o el profesorado les enseña, nosotros, los mayores, somos los principales educadores de ellos, por ello es importante educarnos a los adultos también dentro de talleres en los propios centros, debiendo de ser proyectado también desde la administración local este tipo de charlas para los adultos.
Invirtamos en seguridad pasiva en nuestros vehículos, potenciemos los avances tecnológicos destinados a tener una flota de automóviles más segura o una red de carreteras en unas condiciones adecuadas, pero no olvidemos de incidir en el factor más importante en los accidentes de tráfico, el humano, y destinemos lo posible en dar educación y valores a nuestros futuros conductores, concienciemos de la importancia de su conducta a los actuales, y demos la importancia que tiene a la educación vial como uno de los medios de prevención más necesarios para disminuir la cantidad de siniestros viales.