Si hay un tema que es obviado por los políticos, por los medios de comunicación, por la legislación, y que sin embargo es la muerte no natural más importante de nuestro país, es, sin duda, el suicidio. El suicidio en España supuso, en el 2021, un total de 4.003 personas fallecidas, es decir, que los datos dicen que cada día hay 11 personas que deciden quitarse la vida de forma voluntaria, pero seguro que, inducidas por el mayor manipulador de la historia mundial, nuestro cerebro.
Imagínense si estos muertos se dieran por actos de terrorismo, en carretera, por motivos de género, o por cualquier otra causa no relativa a una enfermedad, pues no sería muy difícil saber que sería objeto de grandes campañas publicitarias, de leyes intentando establecer ayudas a las personas en peligro, de un apoyo mediático enorme, y sin embargo, la realidad no es esa, sino todo lo contrario. Realmente es un problema de salud propio de las sociedades occidentales modernas, donde las enfermedades psicológicas y/o psiquiátricas han pasado a tener una gran relevancia, pasando a ser uno de los grandes retos de la psiquiatría.
La estadística nos dice una serie de datos que debemos destacar, como que el 74,5% de los suicidios lo llevan a cabo hombres, siendo este un dato realmente considerable a la hora de actuar en la prevención del suicidio, ya que no es un dato sólo observado en España, sino que es extrapolable a cualquier país del mundo a excepción de China, donde existen más suicidios de mujeres que de hombres. En Europa, todos los países tienen, al menos, una tasa de suicidio en varones tres veces más altas que la prevista en mujeres, existiendo en algunos de ellos tasas mucho mayores, teniendo una tasa de suicidios de 4,9 mujeres y de 20 hombres por cada 100.000 habitantes europeos. No existen estudios claros en relación a los motivos de esta diferenciación entre sexos, aunque sí diversas teorías, señalando algunas de ellas relaciones con un mayor consumo de drogas y alcohol en los hombres, un mayor rol violento en el hombre y la relación de ese rol con el suicidio, así como factores masculinos que pudieran influir en una mayor dificultad a la hora de pedir ayuda o mostrar sus emociones, existiendo una peor gestión emocional en el hombre que en la mujer.
Sin embargo, otro dato relevante, es que las mujeres tienen más tentativas de suicidio que los hombres, estimando la OMS que en el mundo hay 3 intentos de suicidio de una mujer por cada intento del hombre, lo que viene determinar que los métodos utilizados por el hombre suelen ser más violentos y resolutivos. No voy a entrar en los medios utilizados, ya que creo que pueden ser desagradables para algunas personas, pero viendo la estadística en España, se ratifica lo dicho, y los hombres tienen una preferencia considerable en aquellos métodos considerados más violentos. En definitiva, los estudios determinan que la mujer tiene una menor tasa de suicidio porque en ella se dan una serie de factores protectores, como que presentan una mayor expresión emocional, un mayor sentido de responsabilidad por las personas de su entorno, más facilidad de verbalización de los problemas, así como utilizan generalmente métodos menos mortales respecto a los hombres.
Así mismo, en cuanto a la edad, la franja de edad de 50 a 55 años es la que más casos de autolisis presenta, si bien se mantiene en cierta forma una media entre los 45 y los 55. Igualmente, es preocupante el dato de los menores, un grupo de edad especialmente vulnerable, y determinante para que la administración se decida a actuar en el problema desde la adolescencia.
Actualmente, el suicidio en menores es inferior que hace 30 años, pero aun así, cualquier suicidio de un chaval es un fracaso de la sociedad, ya que no se ha sabido actuar por parte de su centro educativo, de su grupo de amigos, de su familia, en un problema de un chaval, que para él sin duda es un mundo, pero que seguro que en la gran mayoría de casos es fácilmente solucionable. La salud mental en menores tiene diversos factores de riesgo, siendo indudablemente la época de la adolescencia la más peligrosa para los menores, y poniéndose de manifiesto que el acoso escolar o el ciberbullying tiene un efecto desencadenante de riesgo a la hora de desarrollar ideas suicidas, y, al igual que ocurre en muchos de los trastornos mentales en edades tempranas, el consumo de estupefacientes o alcohol en edades tempranas puede resultar un desencadenante de depresiones, conductas antisociales o enfermedades psiquiátricas, que pueden finalizar en intentos de suicidios.
Por último, en este artículo me gustaría enfatizar en el suicidio dentro de las fuerzas y cuerpos de seguridad. En 2021 se suicidaron 17 Policías Nacionales y 17 Guardias Civiles, siendo el año con la tasa más alta de suicidio en los cuerpos policiales. Habrá gente que diga que no es mucho, ya que la cifra parece pequeña en comparación con las dadas a nivel total, pero si se habla en tasa por habitantes podemos considerar que en España hay una tasa de 8,31 por cada cien mil habitantes, pero en la policía esta tasa casi se triplica hasta el 23,2. Hay muchos motivos que desencadenan este nivel de suicidio, siendo uno de ellos, y sin riesgo a equivocarme, el acceso a un arma. Pero ello sólo explica el cómo, no el por qué. Los motivos de esa alta tasa de suicidios hay que buscarlos en las consecuencias que tiene en la salud mental de los agentes el estrés laboral o los cambios de turnos, los problemas personales que desembocan en depresiones, la actuación tardía a la hora de intervenir los mandos al observar conductas extrañas, mezclado con el acceso a la forma más rápida y precisa de lograr la muerte, un arma, hace que se produzca la mezcla perfecta para que exista más facilidad para conseguir el desgraciado final.
La llaman la pandemia silenciosa, siendo la sociedad, nuestros políticos, los medios de comunicación, los primeros en silenciar esta plaga del siglo XXI y de las sociedades modernas, pero que debe de hacerse visible, sin temer un efecto contagio, para buscar una concienciación social sobre la importancia que debe darse a la salud mental y la importancia de invertir en psiquiatría y psicología en la salud pública, pudiendo desarrollar un buen tratamiento y permitiendo un seguimiento más personalizado sobre aquellos pacientes que lo necesiten, permitiendo así que esas personas no opten por tomar la peor solución posible, en la que no hay vuelta atrás, dejando atrás a muchas personas que vivirán con el dolor de pensar que podían haber hecho algo más para ayudar a evitar el triste final. Es triste que no se dé la importancia que tiene a tal cantidad de muertes mientras que para problemas mucho más insignificantes nos rasgamos las vestiduras muy fácilmente. Como dicen por ahí…. habría que hacérselo mirar.
Artículo de Juan Domingo Guerrero