Susana Acebo ha llegado al Cielo. Sabe perfectamente qué le ha pasado; ¿cómo no lo va a saber, después de tantísimos años bregando con su enfermedad, poniendo al mal tiempo buena cara, porque aún no ha nacido dolor capaz de amargarla a ella.
Susana ha entrado en el Cielo por la puerta grande, izada por las lágrimas de sus parientes y amigos, por las oraciones de los creyentes e incluso por las blasfemias, sí, por las blasfemias y palabras gruesas con que muchos de nosotros hemos reaccionado ante el golpe, porque la partida de Susana nos ha roto el alma a más de uno.
Susana ha llegado al Cielo y lo ha flipado porque la han recibido por la puerta grande. ¡Y es que ni siquiera ha hecho antesala! El Viejo Pescador la ha reconocido, ha guardado sus papeles y le ha abierto él mismo los portones; será que ella no se ha pateado puertos pesqueros, buscando la imagen de la patera, del temporal, de la subasta, de la enésima petición de ayuda de los pescadores de Águilas o Mazarrón. Susana es una más en los muelles y las lonjas, como lo es en los incendios forestales, los campos de fútbol o los de lechugas, los actos de las amas de casa, los accidentes de tráfico, los despachos de los políticos o los platós de los programas.
Susana lo ha flipado porque pensaba que no se merecía tanto trajín. Su llegada ha recorrido el Cielo de punta a punta, casi con la misma eficacia y rapidez que si ella misma estuviera una vez más grabando y difundiendo la noticia para Onda 7. Los ángeles se han colocado obedientes, los más pequeños delante, los otros detrás, las alas bien plegadas para poder salir todos en el plano; hasta las nubes se han retirado para no estropearle la luz. Y ella lo ha mirado todo con sus ojos siempre curiosos, se ha encogido de hombros y les ha dedicado una media sonrisa. «¡Pues bueno! –ha dicho, con su acentazo cerrado–, ¡no será para tanto!».
Ya sé que no se debe sacar defectos a quienes ya no están entre nosotros, pero es que Susana tuvo uno muy grande: jamás se creyó lo mucho que valía. Jamás se dio importancia, y eso que la tenía como profesional todoterreno, eficaz y cumplidora, capaz de salvar una noticia en las peores circunstancias, de llegar a tiempo; en definitiva, de garantizar con su inteligencia, su experiencia y su profesionalidad que todo iba a salir bien. Jamás se dio cuenta de que con su esfuerzo estaba abriendo una puerta a las mujeres que querían dedicarse al Periodismo y el audiovisual en Lorca y en el conjunto de la Región de Murcia. Las niñas que hacían una exposición de dibujos en el cole, las que ganaban una prueba deportiva, las que empezaban a desfilar en el Paso, las del casco urbano, las de las pedanías... cuando llegaba la Prensa veían que entre todos aquellos hombres también había una mujer, llevando al hombro un trípode de hierro y una cámara pesada, como el que más. Enseñándonos a todos, niños y niñas, hombres y mujeres, que ellas también podían estar allí.
Susana está en el Cielo y no se lo acaba de creer. ¿Por qué tanto escándalo?, ¿por ella? Si ella no ha hecho más que su trabajo, que es darle voz a aquellos que lo necesitaban y contárselo a todos los demás. Mira alrededor algo perpleja y sonríe cuando ve aparecer a sus compañeros. Ahí está Ángela Ruiz, otra pionera en el Periodismo, pellizcándole un moflete y diciéndole que entre ellas dos van a revolucionar el Cielo entero; ahí está Josetxu Castellví agradeciéndole sus lágrimas, las que vertió en Fitur cuando supo que había fallecido; y ahí está el viejo Antonio Soriano, tratando de componer su sonrisa cínica de siempre aunque al decano le ha dolido verla aparecer tan pronto, ella, joven y bonita, que con una carcajada, una mirada o un comentario inteligente ponía a piafar a todos los muchachos de la Prensa canallesca.
Susana ha llegado al Cielo y se encuentra doblemente en la gloria, porque a su alrededor no hay más que personas buenas y antitóxicas, como ella. Le habría gustado echarle un vistazo con más calma, pero de momento no va a poder ser. Ángela la ha agarrado del brazo y le ha dicho que coja la cámara y le siga; una buena fuente le ha soplado que el Jefe va a pasar por delante de ellas, así que las dos mujeres le van a hacer un canutazo se ponga como se ponga. Dentro de un par de horas todos los habitantes del Cielo van a saber por qué entre los apóstoles solo hay hombres; y cuánto van a tardar en terminar con esa discriminación.
DEP. Y gracias.
Tu amigo,
Antonio M. Beltrán.—